Las demandas y prácticas pedagógicas exigidas por la política de educación superior comúnmente toman como su sujero “deseable” un cuerpo no especificado, fallando en preguntarse quién es el estudiante (y quien no es) en relación con el acceso diferenciado al poder, privilegios y estructuras de oportunidad. Este documento ofrece una crítica feminista de estas teorizaciones descontextualizadas de los estudiantes y su pensamiento crítico. Los datos se recolectaron a través de la observación, entrevistas y grupos focales con estudiantes de pregrado de ciencias sociales de una universidad del Reino Unido. Esta información reveló como los estudiantes experimentan el pensamiento como encarnado, contingente y específicamente orientado al género, con un 90% de estudiantes nombrando un hombre al pedirles que describieran a un pensador crítico. En consecuencia, este documento argumenta que quien ocupa una posición deseable como un estudiante y pensador crítico no es neutral ni dada, sino que se cruza con las características encarnadas y el (crecientemente divisorio) contexto sociopolítico en el que se presenta la criticidad. El acceso a estos aspectos intelectuales clave es por ende diferenciado, generando interrogantes sobre la inclusión epistémica.
Compartir un comentario